miércoles, 23 de noviembre de 2011

Brillantes consideraciones IV: Platón-Sócrates


<<Agradezco vuestras palabras y os estimo, atenienses, pero obedeceré al dios antes que a vosotros y, mientras tenga aliento y pueda, no dejaré de filosofar, de exhortaros y de hacer demostraciones a todo aquel de vosotros con quien tope con mi modo de hablar acostumbrado>>, y así, seguiré diciendo: <<Hombre de Atenas, la ciudad de la más importancia y renombre en lo que atañe a sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de afanarte por aumentar tus riquezas todo lo posible, así como tu fama y honores, y , en cambio, no cuidarte ni inquietarte por la sabiduría y la verdad, y porque tu alma sea lo mejor posible?>>, y si alguno de vosotros se muestra en desacuerdo con mi y asegura preocuparse, no le dejaré marcharse al punto ni yo me alejaré, sino que le haré preguntas, le examinaré, le pediré cuentas, y, si no me parece estar en posesión de la virtud, aunque me lo diga, le echaré en cara su poco aprecio de lo que más vale y que estime en más lo que es más vil. Éste será mi modo de obrar con todo aquel con quien yo tope, sea joven o viejo, extranjero o ateniense, pero preferentemente con estos últimos, por cuanto que estáis más cerca de mí por razón de nacimiento. Pues es es lo que ordena el dio, sabedlo bien; y yo considero que no habéis tenido en al ciudad mayor bien que mi labor al servicio del dios. Efectivamente, yendo de acá para allá, no hago otra cosa que tratar de convenceros, tanto a jóvenes como viejos, de que no debéis cuidaros de vuestros cuerpos ni de la fortuna antes ni con tanta intensidad como de procurar que vuestra alma sea lo mejor posible: para ello os decía que no nace la virtud de la fortuna y, en cambio, la fortuna y todo lo demás, tanto en el orden privado como en el público llegan a ser bienes para los hombre por la virtud. Pues bien: si diciendo esto corrompo a los jóvenes, será ello nocivo; pero si alguien sostiene que yo digo algo distinto miente. Y con relación a eso mismo he aquí lo que os diría: <<Atenienses: tened presente que yo no puedo obrar de otro modo, ni aunque se me impongan mil penas de muerte; con este pensamiento, haced caso a Anito o no se lo hagáis, absolverme o no me absolváis>>”.

Apología de Sócrates, Platón, S. VI a.C

viernes, 11 de noviembre de 2011

El “voto consciente” o cómo se convierte uno en un zombi

Para empezar, debemos hacer una mínima aclaración que espero no resulte idiota por su simplicidad: uno siempre es consciente (o inconsciente) de algo, ya que hablamos de un verbo transitivo. Cuando en general hablamos de consciencia se entiende que estamos ante un proceso en el que el sujeto se encuentra ocupado en algo, pendiente de algo; cuidando. Ese algo que ocupa su pensamiento o acciones es precisamente de lo que es consciente. En el terreno de las ideas y pensamientos, nos encontramos que cuanto más interiorizado está aquello de lo que uno es consciente, resulta posible pensarlo más de cerca y resulta que aquello de lo que se es consciente forma parte de nosotros como nuestra carne, luego se cree en ello y se actúa en conformidad con ello con pleno conocimiento. Descubrimos entonces que aquéllo en lo que creemos y pensamos de manera consciente lo vivimos con todas sus consecuencias y que estamos en disposición de hacemos responsables porque estamos cuidando, estamos pendientes de lo que nos ronda en la cabeza y hemos comprendido las puertas abiertas ante nosotros, hemos valorado y hemos elegido. “Esto es como respirar”, podría decirse. Y en parte la analogía es válida, porque al igual que al respirar, si no elegimos nada acabaríamos muertos. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes que no son moco de pavo en todo eso. En la elección, nuestra vida tal y como es, está en juego, luego nosotros mismos estamos en juego. Lo que haga (o no, porque no hacer es más a menudo de lo que pensamos un hacer) configura quién soy y cómo hago el mundo que me rodea. Por esto, dejar de respirar y dejar de elegir de esta manera nos llevan a la muerte de distinta manera, puesto que hay gentes de las que diríamos que han perdido la vida pero que respiran y están vivas.

Se puede andar por ahí, como decía Ortega y Gasset, como sonámbulo. Hoy día tenemos un icono mucho más elocuente y adecuado a nuestro mundo postmoderno para describir eso. De hecho, es tan adecuado que, explotado al máximo por la industria de del cine, la televisión, la literatura y el marketing, se olvida de su caracter satírico primigenio. No es otra cosa que el zombi. Esta criatura necesita deambular en busca de presas porque así lo dicta su naturaleza. Y según la película, cómic, videojuego o libro tendrá más o menos capacidades para lograr esto (correrá o no, abrirá o no puertas, saltará e incluso vomitará ácido), pero lo que no hará es preguntarse porqué hace lo que hace. Dicho de otra manera: no se preguntará si es consciente de lo que está haciendo porque el zombi está programado y se moverá en busca de vísceras y entrañas hasta su completa destrucción. Pues bien, no me cabe ninguna duda de que el ciudadano de hoy se parece mucho más que ayer a un zombi. “Hay que votar, vota X, no te quedes en casa...”, se dice constantemente. Esta frase y su concreción en el voto son al ciudadano lo que el hambre y las entrañas son para el zombi. Somos como primos cercanos, somos zombielectorado.

¡Pero demonios, claro que hay que votar!, me suelo decir, porque lo que fundamentalmente nos convierte en zombielectores, no es a quién votamos, sino cómo ejercemos ese voto. Pero como suele ocurrir, siempre nos encontramos con "la última vuelta de tuerca", algo que toca los límites. Por eso el zombielector no es un extremo teórico, sino algo real. La prueba de que en alguna parte encontramos esa vuelta de tuerca en el empeño creciente en combinar a esta criatura comecarne con el ciudadano lo he encontrado en una web. Resulta que aquí (http://www.elecciones.es/) resolveremos, después de 15 preguntas, cuál es el destino de nuestro voto. Así de fácil, así de rápido y para toda la familia. Todo en un click y al alcance de tu mano. Y además ¡es gratis! ¡No tendrás que pensar por más de 10 minutos!. Lo más paradójico en esa web es que en una esquina aparece un eslogan que reza: “el voto consciente”. La verdad, como no sea consciente de que están eligiendo por uno, no le encuentro ningún sentido.

Siendo sincero, a estas alturas no me parece tan extraño que iniciativas como esta salgan adelante y que alguien haya pensado esta aplicación web que, teniendo en cuenta lo que uno ya tiene en la cabeza, se encargue de terminar el proceso de pensamiento y elección. La política sufre un creciente y fuerte desgaste desde que no deja de ser un juego de oferta y demanda. En ella, los votos son lo que al mercado es el capital. El objetivo es saber atraerlo mediante las estrategias más eficaces, de modo que desde el momento en que la eficacia entra de lleno en el juego de la lucha por votos, la política ha devenido en la persecución maquiavélica de la mejor manera de llevarse al ciudadano al bolsillo. Esto explicaría porqué los programas políticos, que se parecen cada vez más a virus que infectan al ciudadano llenándolo de miedos, dogmas y problemas peculiares, son tan eficaces generando esa hambre que nos hace ir angustiados y medio programados a las urnas. Este esperpento se termina fraguando cuando se dan las condiciones para la aparición de una dejación en la elección, que vemos ejemplificado en esa web, en la que tanto el acto de consciencia de si (el autoescrutinio y puesta a prueba de las propias conclusiones) como el de consciencia de lo que se va a hacer (las implicaciones de la puesta en practica de nuestras resoluciones) quedan automatizados por algo que no somos nosotros mismos. Es aquí cuando uno ya es un zombielector que corre a las urnas tambaleante y no solo angustiado y expectante ante una posible cura para los miedos y problemas que en en parte vienen de fuera, del virus que lleva dentro, sino que también lo hace sin ser consciente de porqué ha llegado a las resoluciones que le llevan a un voto determinado, alienado por los productos del mediático mundo actual. En definitiva, puede terminar no siendo consciente de lo que se trae entre manos, lo que resulta doblemente eficaz para los brokers del poder, que habiendo automatizado (y por ello, alienado) la tarea más importante del elector (pensar y elegir), se pueden limitar a crear la pandemia más eficaz para contagiar a la mayor cantidad de ciudadanos posibles y transformarlos en sus zombis.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Brillantes consideraciones III: Karl Marx y Friedrich Engels

"La burguesía no puede existir si no es revolucionando permanentemente los instrumentos y los medios de la producción, que es como decir todo el sistema de la producción y, con él, todo el régimen social. Todo lo contrario que las clases sociales que le precedieron, pues éstas tenían como causa de su existencia y pervivencia la inmutabilidad e invariabilidad de sus métodos de producción. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las precedentes por cambios continuos en los sistemas de producción y en las estructuras sociales. Se derrumban las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, junto con todo su séquito de ideas y creencias antiguas y venerables, y las nuevas envejecen ya antes de echar raíces. Se esfuma todo lo que se creía permanente y perenne. Todo lo santo es profanado y, al final, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con lo demás."

Manifiesto Comunista, Karl Marx y Friedrich Engels, 1848.